jueves, 3 de enero de 2008

Literatura bombón

A veces nada más que las letras de su nombre ya nos resultan cremosas. En algunos libros es sólo una famosa palabra en el título entre decenas de recetas de comidas exóticas y eróticas.



Es igualmente el delirio de los niños, que desde siempre hicieron agua de su boca y entornaron suaves los párpados pensando en casas y fábricas comestibles.



Trampa de glotones y artificio de delicadezas, ¿quién no ha sucumbido a sus encantos?¿quién no se contagia de su risa?



De los inmensos descubrimienos que España trajo a Europa, cuyos secretos desde Moctezuma al Marqués de Sade recorren nuestra historia.


¿Acaso es sólo un alimento aunque sea para los dioses? No, no... es el símbolo de la tentación de los placeres de la vida, unos placeres que recuerdan a nuestra alma el hermoso cuerpo en el que vive.


Un alimento que nos avisa de la petite mort, el delicioso orgasmo femenino, un precioso caligrama en movimiento que deja tres sensaciones: chocolate, chocolate, chocolate.



Laura Esquivel, Como agua para chocolate.
Roald Dahl, Charly y la Fábrica de chocolate.
Maximiliano M. Monje, Los bombones.
James Runcie, El secreto del chocolate.
Joanne Harris, Chocolat.

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